[vc_row][vc_column][vc_column_text]
[social_buttons style=””][vc_column_text text_larger=”no”]En las colinas de las afueras del pequeño pueblo de Sexi, en Perú, un bosque fósil guarda secretos sobre el pasado de Sudamérica de hace millones de años.
Cuando visitamos por primera vez estos árboles petrificados, hace más de 20 años, no se sabía mucho sobre su edad o cómo se habían conservado. Empezamos por datar las rocas y estudiar los procesos volcánicos que preservaron los fósiles. A partir de ahí, empezamos a reconstruir la historia del bosque, desde el día en que, hace 39 millones de años, un volcán entró en erupción en el norte del Perú.
Ese día llovió ceniza sobre el bosque, arrancando las hojas de los árboles. Luego, flujos de material de ceniza se desplazaron, derribando los árboles y llevándolos como troncos por un río hasta la zona donde fueron enterrados y conservados. Millones de años más tarde, después de que los actuales Andes se elevaran y arrastraran los fósiles, las rocas quedaron expuestas a las fuerzas de la erosión, y las maderas y hojas fósiles volvieron a ver la luz del día.
Este bosque petrificado, conocido como el Bosque Perificado Piedra Chamana, es el primer bosque fósil de los trópicos sudamericanos que se ha estudiado en detalle. Está ayudando a los paleontólogos como nosotros a comprender la historia de los bosques megadiversos de los trópicos del Nuevo Mundo y los climas y ambientes del pasado de Sudamérica.
Examinando con microscopios finas láminas de madera petrificada, pudimos trazar un mapa de la variedad de árboles que prosperaron aquí mucho antes de que existiera el ser humano.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”8243″ img_size=”large” add_caption=”yes” alignment=”center” parallax_scroll=”no”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]
Madera petrificada bajo el microscopio
Para averiguar los tipos de árbol que habían crecido en el bosque antes de la erupción, necesitábamos muestras finas de la madera petrificada que pudieran estudiarse con el microscopio. Eso no fue fácil debido al volumen y la diversidad de la madera fósil del yacimiento.
Intentamos tomar muestras de la diversidad de las maderas basándonos en las características que podían observarse a simple vista o con pequeños microscopios de mano, cosas como la disposición y la anchura de los vasos que transportan el agua hacia arriba dentro del árbol o la presencia de anillos de árboles.
A continuación, cortamos pequeños bloques de los especímenes, y a partir de ellos pudimos preparar secciones finas petrográficas en tres planos. Cada plano nos da una visión diferente de la anatomía del árbol. Nos permiten ver muchas características detalladas relacionadas con los vasos, las fibras de la madera y el componente de tejido vivo de la madera.
A partir de estas características, pudimos consultar estudios anteriores y utilizar la información de las bases de datos de maderas para averiguar qué tipos de árboles eran.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”8244″ img_size=”large” add_caption=”yes” alignment=”center” parallax_scroll=”no”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]
Pistas en el bosque y en las hojas
Muchos de los árboles fósiles tienen parientes cercanos en los actuales bosques tropicales de las tierras bajas de Sudamérica.
Uno de ellos tiene características típicas de las lianas, que son enredaderas leñosas. Otros parecen haber sido grandes árboles de dosel, incluyendo parientes de la Ceiba moderna. También encontramos árboles muy conocidos en los bosques de Sudamérica como el Hura, o árbol arenero; el Anacardium, un tipo de anacardo; y el Ochroma, o balsa. El mayor espécimen del yacimiento de Sexi –un tronco fósil de unos 2,5 pies (75 cm) de diámetro– tiene características como las de la Cynometra, un árbol de la familia de las leguminosas.
El descubrimiento de un mangle, Avicennia, fue una prueba más de que el bosque crecía a baja altura cerca del mar antes de que los Andes se elevaran.
Las hojas fósiles que encontramos nos dieron otra pista del pasado. Todas tenían bordes lisos, en lugar de los bordes dentados o lóbulos que son más comunes en los climas más fríos de las latitudes medias y altas, lo que indica que el bosque creció en condiciones bastante cálidas. Sabemos que el bosque se desarrolló en una época del pasado geológico en que la Tierra era mucho más cálida que en la actualidad.
Aunque hay muchas similitudes entre este bosque petrificado y los bosques amazónicos actuales, algunos de los árboles fósiles tienen características anatómicas poco habituales en los trópicos sudamericanos. Uno de ellos es una especie de Dipterocarpaceae, una familia que tiene sólo otro representante en Sudamérica pero que es común hoy en día en las selvas tropicales del sur de Asia.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”8246″ img_size=”large” add_caption=”yes” alignment=”center” parallax_scroll=”no”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]
Una artista da vida al bosque
Nuestro concepto de cómo era este antiguo bosque se amplió cuando, para reconstruir el bosque y el paisaje, tuvimos la oportunidad de colaborar con una artista que había trabajado en el Monumento Nacional de los Lechos Fósiles de Florissant en Colorado, otro lugar con árboles fósiles que cuenta con gigantescos tocones de secuoya petrificados, al igual que ocurre en el Petrifed Forest National Park de Arizona.
Trabajar con la artista Mariah Slovacek, que también es paleontóloga, nos hizo pensar en muchas cosas: ¿Qué aspecto tendría el bosque? ¿Los árboles eran de hoja perenne o caduca? ¿Cuáles eran altos y cuáles más bajos? ¿Qué aspecto tendrían en flor o en fruto?
Sabíamos por nuestra investigación que muchos de los árboles fósiles probablemente crecían en las orillas de arroyos o en bosques inundados, pero ¿qué pasa con la vegetación que crecía en los terrenos elevados junto a los cursos de agua? ¿Las colinas habrían sido boscosas o habrían albergado una vegetación más seca? Mariah investigó a los parientes actuales de los árboles que identificamos en busca de pistas sobre el aspecto que podrían tener, como la forma y el color de sus flores y frutos.
En el yacimiento de Sexi no se han encontrado fósiles de mamíferos, aves o reptiles de la misma época, pero sin duda el viejo bosque albergó una gran diversidad de fauna. Las aves se habían diversificado en esa época y los reptiles de la familia de los cocodrilos nadaban desde hacía tiempo en los mares tropicales.
Recientes descubrimientos paleontológicos han revelado que dos importantes grupos de animales, los monos y los roedores caviomorfos, entre los que se encuentran los conejillos de indias, llegaron al continente más o menos en la época en que crecía el bosque fósil.
Con esta información, Mariah pudo poblar el antiguo bosque. El resultado es un exuberante bosque ribereño de altos árboles con flores y enredaderas leñosas. Los pájaros revolotean por el aire y un cocodrilo chapotea en la orilla. Casi permite imaginar que estamos allí, en el mundo de hace 39 millones de años.
Artículo original The Conversation España
Autores
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Periodismo Ambiental independiente con propósito de servicio.