[vc_row][vc_column][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text text_larger=”no”]“La Amazonía es considerado el pulmón del mundo”, dicen quienes quieren hablar de mitigación del cambio climático global cuando se refieren a ese tapiz de selva siempre verde, referente global de la captación de gases efecto invernadero. Pero una nueva investigación liderada por la Universidad Nacional de Colombia UNAL sede Medellín, confirmó que el ecosistema de bosques de la cordillera de los Andes, tiene una capacidad igual –o incluso mayor por unidad de área–, para capturar carbono y mitigar el cambio climático, tanto, como los bosques Amazónicos.
Las cifras del estudio demuestran que: “El ecosistema de bosques de la cordillera de los Andes tiene una capacidad igual –o incluso mayor por unidad de área–, de capturar carbono (0,67 ton/ha) y por tanto mitigar el cambio climático, que la reportada en los bosques Amazónicos (0,41 ton/ha)”.
Álvaro Duque, profesor del Departamento de Ciencias Forestales y líder de la investigación publicada por la revista Nature Comunications, explicó que hace cinco años la Red de Bosques Andinos -de la cual es cofundador— decidió estudiar en conjunto la dinámica de los bosques de la región en relación al cambio climático: “queríamos hacer un estudio de la dinámica del carbono en la biomasa aérea de los bosques tropicales y subtropicales de Sudamérica y delimitamos 119 parcelas que fueron medidas por lo menos dos veces en el tiempo”, le dijo el investigador al Periódico Digital de la Universidad Nacional de Colombia.
La biomasa aérea se refiere a la cantidad de materia viva que contienen los bosques y que está por encima del suelo, como las hojas, tallos o ramas. Al excluir el agua de esa materia, mediante ecuaciones alométricas (fórmulas que calculan la relación entre la biomasa y el diámetro o la altura de la planta) se puede determinar cuánto carbono almacenan y pueden recuperar esos ecosistemas de la atmósfera.
El docente y candidato a doctor en Ecología, Miguel Ángel Peña Hernández, otro de los investigadores, indicó que el estudio no fue destructivo; es decir, que no fue necesario talar árboles sino que se hicieron mediciones en campo de la altura y el diámetro de los árboles, y se tomaron muestras botánicas (ramas y hojas), con el fin de establecer a qué especie pertenecía cada individuo. En este caso, los demás investigadores de otros países aportaron los datos captados en cada una de sus parcelas, y el equipo de la UNAL se encargó de liderar el estudio y las conclusiones.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”6935″ img_size=”large” add_caption=”yes” alignment=”center” parallax_scroll=”no”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]“Esas 119 parcelas que estudiamos están distribuidas entre Colombia y Argentina, pasando por Bolivia, Ecuador y Perú. Como tenemos varias mediciones en el tiempo, también pudimos identificar aspectos como el crecimiento de los árboles y las variaciones en la tasa de carbono acumulado, además de una estimación de la biomasa aérea de los árboles que murieron durante ese periodo. Entonces logramos hacer un balance entre las ganancias y las pérdidas para tener la acumulación neta de carbono en el tiempo”, reveló Miguel Ángel Peña Hernández.
De acuerdo con el investigador Álvaro Duque, luego de hacer esas mediciones el panorama fue alentador pues se confirmó que los bosques andinos están capturando carbono de la atmósfera y acumulándolo, es decir que están sirviendo como sumideros de carbono a escala global, y no solo lo están acumulando, sino que la cantidad de carbono que capturan alcanza a compensar las pérdidas que se tienen por la deforestación.
En palabras del investigador Duque, al ser un sumidero de carbono, los bosques de los Andes están teniendo un efecto positivo en la tarea de controlar los gases de efecto invernadero, que son los que ocasionan el calentamiento global.
Primer estudio en su tipo
Los Andes son considerados el ecosistema de montaña más grande y diverso del mundo, pues son proveedores de servicios ambientales como la producción y regulación hídrica; es decir, la generación de agua para consumo humano y de otras especies de fauna y flora. Según cálculos de la Comunidad Andina, 50 millones de personas dependen del sistema montañoso andino para el suministro de agua, pero además las montañas actúan como barrera para los vientos, lo que favorece las precipitaciones. Sin embargo están amenazados por varios factores como su cercanía y contacto con grandes centros poblacionales como Quito, La Paz y Bogotá.
El estudio liderado por los investigadores de la UNAL es pionero en su tipo, pues, como resalta el profesor Duque, “a escala regional no existía ningún estudio sobre el efecto de los ecosistemas de montaña. Aquí tenemos la compilación más grande que se ha hecho hasta el momento de bosques andinos bajo monitoreo, o sea la base de datos más robusta establecida para el estudio de bosques en los ecosistemas andinos”.
Pero la investigación no se limitó solo al inventario de carbono. Sebastián González Caro, doctorando en Ecología y co investigador, indicó que el estudio permitió entender la importancia de los ecosistemas de los Andes y los cambios que han tenido las especies que lo conforman.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”6936″ img_size=”large” add_caption=”yes” alignment=”center” parallax_scroll=”no”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]“Pero además encontramos que no todas las plantas están teniendo esa misma función, sino que se concentra en ciertas familias de plantas como la Cunoniaceae (encenillos) que son, probablemente los más importantes en acumular carbono en las montañas”, destacó el investigador González.
Dicha familia se ubica en la parte alta de la montaña, donde están las Melastomataceae y Clusiaceae, que también tienen un papel relevante en la captura de carbono. En las tierras medias (zona media de la montaña) se destacan como principales contribuyentes a la captura de carbono la familia de las lauráceas (como el aguacate) y en tierras bajas ese papel lo cumplen las Fabaceae (leguminosas).
Por su parte, el doctor Peña agregó que en el estudio se confirmaron elementos mencionados en otras investigaciones y que se refieren a los efectos del cambio climático sobre estas especies vegetales: “uno lo podría traducir como que las especies buscan subir en la montaña porque allá encuentran climas más fríos, similares a los que habitaron por cientos de años”. Además señaló como ejemplo el café que antes se cultivaba a 1.600 o 1.800 metros sobre el nivel del mar (msnm), y que hoy ya se encuentra incluso por encima de los 2.000 metros.
“Los bosques andinos son laboratorios naturales en los cuales podemos entender mejor los efectos de la variación climática. Eso no pasa, por ejemplo, en los bosques de tierras bajas. En la montaña, en distancias muy cortas, estamos teniendo cambios muy abruptos en temperatura y eso permite entender mejor cuáles serán los posibles efectos del calentamiento global sobre los ecosistemas forestales”, apuntó Duque.
La investigación abordó otros procesos bióticos y abióticos en los bosques andinos, lo cual permitió tener una mirada más integral sobre los fenómenos de captura de carbono. “Pusimos a prueba hipótesis sobre las características evolutivas de las especies, las asociaciones biológicas con microorganismos, como los hongos en el suelo; el efecto que tiene el aumento de la temperatura hacia arriba en las montañas o la capacidad de subsistir de las especies”, aclaró Duque.
Pero la búsqueda no queda aquí. Los expertos señalaron que la investigación continúa con aspectos claves como la biología de los suelos, la composición y diversidad química de los bosques, y la utilidad que tienen estos ecosistemas.
Álvaro Duque y su equipo creen que esa información, sumada a la que ya publicaron, permitirá abrir un debate sobre dónde es más relevante invertir los recursos destinados a la conservación de los bosques, para que contribuyan a regular el cambio climático y el calentamiento global a partir del funcionamiento de los sistemas forestales.
[/vc_column_text][vc_empty_space woodmart_hide_large=”0″ woodmart_hide_medium=”0″ woodmart_hide_small=”0″ woodmart_hide_extra_small=”0″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery interval=”5″ images=”6937,6938,6939,6940,6941,6942″ img_size=”large”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]Fotos de la galería Sebastián Martínez y Johana A. Martínez
Artículo editado por Natural Press. Toda la información fue extraída del original publicado por
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Periodismo Ambiental independiente con propósito de servicio.