[vc_row][vc_column][vc_column_text]El máximo reconocimiento entregado a un activo de la naturaleza en los In-cosmetic awards 2020, la feria anual más importante del sector cosmético se lo ganó Colombia con un producto extraído del árbol de olla de mono Lecythis minor, una especie que crece a las orillas del delta del río Magdalena y se ha convertido en una alternativa comercial para sus pobladores. La Olla de mono ha sido reconocida por la cosmética mundial.
La In-cosmetic awards reúne los fabricantes de productos de alta cosmética de Europa y América y a partir de nuevos productos que entran al mercado hacen negocios con proveedores de materias primas de todo el mundo.
Un galardón de oro convirtió al aceite de olla de mono colombiano en uno de los ingredientes naturales más apetecidos por la cosmética a nivel mundial. El Paradise Nut Oil del proyecto Magdalena River Nuts como se conoce comercialmente, se llevó el primer lugar en la categoría, Productos Verdes.
Es la primera vez que un ingrediente de origen colombiano gana este importante reconocimiento en la industria cosmética internacional; por eso es tan importante que la Olla de mono sea reconocido por la cosmética mundial, un hecho que cobra importancia al tratarse de ingredientes derivados de la vida silvestre colombiana, lo que además evidencia el potencial del país en la producción de insumos 100% naturales a través de una producción sostenible.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]Más de 90 ingredientes naturales de varios países se presentaron, nueve de ellos en la categoría Productos Verdes, donde participaron grandes de la industria cosmética como BASF, Sensient, Lessonia y Seppic, quienes fueron evaluados por un panel de jueces expertos en desarrollo de productos e innovación entre los cuales estuvo Jean-Florent Campion, gerente de Desarrollo Sostenible Internacional del gigante cosmético L’Oreal.
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En el proyecto ejecutado por Protécnica, una empresa de la industria química colombiana con más de 40 años en el mercado junto a la Embajada de Suiza-Cooperación Económica y Desarrollo (SECO) a través de su programa Colombia + Competitiva, participaron 75 familias recolectoras del Banco, Santa Ana, Pivijay, Carmen de Bolívar y Palmar de Varela en el departamento de Magdalena, así como mujeres del barrio Pescaito de Santa Marta quienes se dedican al pelado manual de las nueces para luego llevarlas a la planta de procesamiento en donde se extraen todos los activos naturales.
El árbol de olla de mono que produce el aceite “Paradise Nut Oil”, descuelga sus grandes ramas silvestres en la cuenca baja del rio Magdalena y la riqueza de los suelos del delta le permite una mayor producción de selenio en altas cantidades, haciéndolo especial porque aumenta sus propiedades antienvejecimiento, convirtiéndolo en un productos llamativo y novedoso para la industria cosmética.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]
Una especie del bosque seco colombiano
“La olla del mono” es un nombre común para muchos árboles tropicales pertenecientes al género Lecythis que se encuentran en la parte noreste de América del Sur.
El árbol produce un fruto que parece una olla de color café y que crece de forma silvestre a las orillas del río Magdalena. La fruta es del tamaño de un coco, redonda, de madera y con una tapa que guarda las semillas en su interior. Cuando la fruta está madura desecha la tapa dejando la fruta abierta con las nueces dentro y pegadas al mucílago y es en ese momento cuando aparecen los monos. A los primates les gusta comer el mucílago de la fruta, y cuando lo hacen, las semillas o nueces caen al suelo.
Así que mantener en pie esta joya de la naturaleza permite que las comunidades tengan una nueva alternativa preservando la riqueza natural de la cuenta de uno de los ríos más importantes de Colombia.
El árbol puede crecer hasta 40 metros pero su producción es tardía, cuando el olla de mono tiene cierta madurez ya ha pasado diez años en pie bajo el sol inclemente al norte de Colombia y en medio de esos bosques secos hoy casi extintos de los que sólo queda un 2% en la costa Caribe según el Instituto Humboldt. Es entonces cuando el árbol empieza a producir las famosas semillas de nuez del río Magdalena que crecen adentro de esa olla perfecta en donde las guarda hasta que estén madura meses después.
Las semillas necesitan 18 meses para madurar después de la floración, momento en el que la nuez cargada de selenio se puede aprovechar después de un proceso de extracción.
Manuel Ricardo Sáenz, encargado del componente comunitario del proyecto se muestra muy complacido porque la olla de mono sea reconocida por la cosmética mundial y explica que las familias de esta región al norte de Colombia, participan en todo el proceso. La cosecha y el procesamiento se realizan manualmente por parte de mujeres y hombres que se convierten en la temporada seca en recolectores de las semillas del árbol de olla de mono.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text text_larger=”no”]Son las comunidades las que conocen la ubicación de los árboles, el tiempo de cosecha exacto y la forma de colectar las semillas que después pasarán a la etapa de procesamiento para extraer el aceite con cualidades regenerativas.
Clara Ramírez es de Sincelejo, allá también está presente el árbol de olla de mono y a pesar que lo conocía su turno para trabajar con las semillas no fue en su tierra, hoy trabaja con las nueces en Santa Marta, lugar en el que vive con su familia y en donde ella y otras mujeres trabajan en este innovador proyecto.
“Nuestro trabajo comienza en enero y termina en mayo, durante la cosecha” afirma Clara. Este es un trabajo que le permite estar cerca de sus hijos y para ella es una actividad relajante, “nos divertimos y es una actividad agradable que hacemos con otras mujeres y con mi madre, que también abre nueces aquí conmigo.
En el proyecto ejecutado por Protécnica con el apoyo de la Embajada de Suiza-Cooperación Económica y Desarrollo (SECO) a través de su programa Colombia + Competitiva, participan 75 familias recolectoras del Banco, Santa Ana, Pivijay, Carmen de Bolívar y Palmar de Varela en Magdalena, así como mujeres del barrio Pescaito de Santa Marta, que se dedican al pelado manual de las nueces para luego llevarlas a la planta de procesamiento.
Actualmente el Instituto Humboldt iniciará una investigación sobre el árbol de fama creciente que se convierte en una esperanza para las comunidades que viven a las orillas del río Magdalena.
A conservar el olla de mono o coquillo porque la prosperidad llegó cargada de semillas de esperanza.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Periodista ambiental y de conservación