En los extramuros de Bogotá, una ciudad con cerca de 10 millones de habitantes, se asoman animales que nadie conocía. Zorros grises deambulan por jardines en el ocaso del día, tigrillos se escabullen entre el tráfico al norte de la ciudad en una prueba de obstáculos que muchas veces no logran superar, un venado de páramo o soche y hasta un oso andino en uno de los páramos de Bogotá, han sido protagonistas de la redes sociales las útlimas semanas. ¿Qué hacen venados, zorros y osos en Bogotá?
“No es atípico ver fauna en la ciudad, no es nueva, ni está llegando, siempre ha estado ahí” asegura José Fernando González-Maya, Doctor en Conservación y director científico de la organización Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras de Colombia (ProCAT). Según el investigador ha habido un cambio de percepción, “la gente ahora es más receptiva y empieza a compartir esa curiosidad e interés por la fauna”.
La fauna nativa que ha sido registrada en los últimos años y los dos avistamientos que generaron curiosidad en días pasados cuando un venado de páramo (Mazama rufina) apareció al norte de Bogotá en un separador debajo de un árbol en la carrera séptima y un oso andino (Tremarctos ornatus) fue visto en el páramo del Verjón ubicado entre el cerro de Monserrate y Guadalupe al sur de la ciudad, siguen impactando positivamente a los bogotanos.
“No es atípico ver fauna en la ciudad, no es nueva, ni está llegando, es que siempre ha estado ahí” asegura José Fernando González-Maya.
Lo que muchos desconocen es que esa gran barrera de 14.000 hectáreas de bosque altoandino y especies introducidas como pinos, eucaliptos y acacias, cerros tutelares que atraviesan a lo largo la ciudad, están llenos de fauna nativa que empieza a deambular por corredores naturales y se tropiezan con áreas en las que pasan más tiempo a la vista de curiosos ciudadanos.
Zorros grises en Usaquén y hasta comadrejas y zariguellas en la parte alta de el Parque el Virrrey son ahora más visibles.
El fenómeno de la fauna periurbana es común no solo en Colombia, Bogotá y Medellín generan cada vez más registros, también en países como Estados Unidos o Canadá es común ver venados, pumas, coyotes, pavos silvestres, zorros ,mapaches y zorrillos en corredores naturales en la ciudad.
La presencia de fauna silvestre en países como Estados Unidos y Canadá está relacionadas con los diseños de áreas de protección periurbanas con coberturas boscosas que se convierten en figuras de conservación efectivas explica González-Maya“y en el caso de Colombia y específicamente de Bogotá los cerros orientales están en un buen estado de conservación y la reducción de actividades como la cacería permite una mayor presencia de fauna en los cerros”.
Estudios confirman la presencia de fauna nativa
Hace siete años un monitoreo con cámaras trampa demostró la presencia de 11 especies de mamíferos en los cerros tutelares de Bogotá. Los resultados generaron una enorme sorpresa al confirmar que en ese corredor ecológico y zona de recarga acuífera que forma parte de las áreas de conexión para la conservación de los ecosistemas de los páramos de Chingaza, Sumapaz y Guerrero, zonas fundamentales para asegurar la oferta hídrica y la sostenibilidad ambiental de la región, se mueve sigilosa una gran variedad de fauna, fundamental para la oferta de servicios de la ciudad.
“Los Cerros Orientales cumplen una misión muy importante en la captura y almacenamiento de gases de efecto invernadero, además de ser una barrera que ha limitado la deforestación de otros ecosistemas estratégicos como los páramos y es clave conservarlos para mantener la presencia de fauna y la continuidad del bosque hasta los bordes de la ciudad ” afirma González-Maya.
La evidencia de la presencia de fauna en los cerros orientales fue publicada en el 2017 en la revista Mammalogy Notes (Notas Mastozoológicas).El documento científico indica que durante ocho meses y valiéndose de 50 cámaras trampa, ubicadas en 800 hectáreas de la zona norte de los Cerros, lograron registrar 11 especies de mamíferos medianos con un total de 3020 imágenes obtenidas.
La investigación realizada por ProCAT Colombia, organización liderada por González-Maya, con el apoyo de la Universidad de Arizona, el Zoológico de Phoenix, la organización S.P.E.C.I.E.S. de Estados Unidos, la UNAM de México y la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia, concluyeron el enorme valor de la fauna de los cerros para la prestación de servicios ecosistémicos.
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El grupo de carnívoros es uno de los más valorados por este estudio, sobre todo la oncilla o tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus) una especie en estado de conservación Vulnerable.
El registro del tigrillo lanudo sorprendió a los investigadores, quienes pensaban que la histórica intervención en los Cerros, la expansión urbana, las presiones como la cacería y la deforestación desde el siglo XIX, habían limitado la presencia de cierta fauna típica de los ecosistemas altoandinos.
González-Maya explica que la cacería no es una actividad común entre las comunidades rurales que están asociadas con la ciudad y justamente esa reducción sobre la presión de la fauna de los cerros asegura su presencia.
“Sin embargo en muchas zonas asociadas a la sabana de Bogotá, como Guasca, Fomente, Choachí, siguen existiendo conflictos con la fauna, se siguen registrando muertes de osos, esas problemáticas son tradicionales de esas comunidades rurales”, asegura el investigador.
Lo que si es cierto, es que los cerros tutelares de Bogotá mantienen fauna presente en ellos, gracias a su buen estado de conservación y la percepción de los bogotanos hacia esta fauna local aumenta, comportamiento que según González-Maya es favorable para su protección.
Qué mostraron las cámaras trampa
Las imágenes de las cámaras trampa confirmaron que el zorrillo o mapurito (Conepatus semistriatus) vive en los cerros.
Mamíferos como el cusumbo mocoso (Nasuella olivacea), roedores dispersores de semillas como la guagua (Cuniculus taczanowskii), la ardilla de cola roja (Notosciurus granatensis), la comadreja (Mustella frenata), el zorro cangrejero (Cerdocyon thous), el conejo de montaña (Sylvilagus andinus) y especies que suelen adaptarse a ecosistemas intervenidos como la zarigüeya (Didelphis pernigra), que se sabía estaba presente en los Cerros Orientales.
El venado soche no fue registrado por las cámaras pero los investigadores encontraron huellas en los cerros, lo que podría justificar la presencia del ejemplar encontrado hace unas semanas en la carrera séptima al norte de la ciudad.
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José Fernando González-Maya confirma que la fauna de los cerros que ahora se ve con mayor frecuencia en la ciudad no es nueva, siempre ha estado ahí, “lo que si hay que rescatar es que en zonas muy cercanas a la ciudad existe fauna que presta unos servicios ecosistémicos que ayudan a la ciudad y que antes era invisible, era una fauna a la que históricamente no se le prestaba atención, pero que siempre ha estado presente para las comunidades rurales”.
Sin duda la pandemia aumento la sensibilidad de los ciudadanos que desde sus casas tuvieron el tiempo de observar la fauna presente en las ciudades y esa percepción ha permitido una mayor fijación, un deseo en su protección y una mayor viralización de las imágenes de la fauna local Bogotana. ¿Qué hacen venados, zorros y osos en Bogotá?
Periodista ambiental y de conservación