El 2020 fue un año con temperaturas récord en el planeta y catástrofes ocasionadas por los fenómenos de variabilidad climática que se han fortalecido con el cambio climático: inundaciones, sequías, tormentas, incendios forestales y plagas de langostas, dejando en evidencia una vez más, que el mundo está expuesto al riesgo climático y asegurar la infraestructura, los cultivos y comunidades se hace cada vez más necesario y urgente. Seguros climáticos, cuestión de riesgo.
Según la ONU, “Actualmente el mundo se encamina hacia un aumento de temperatura de al menos 3°C este siglo, lo que solo intensificará estos desastres que tienen un costo económico de miles de millones de dólares, además del sufrimiento que infligen en los ecosistemas y las sociedades”.
Así como se asegura un carro, una casa o cualquier inmueble y proyecto de construcción, hoy en día el cambio climático ha volcado a gobiernos y organizaciones privadas a realizar una gestión sostenible de los sistemas de transferencia de riesgos. Asegurar las actividades agrícolas y los cultivos, proyectos energéticos sostenibles, actividades turísticas y hoteles con toda su infraestructura con el fin de protegerse de grandes perdidas económicas y tener derecho a indemnizaciones.
Sergio Isaza, fundador y gerente de Gestión de Riesgos Sostenibles – GRS en Colombia, una empresa que provee y diseña productos y servicios de riesgos y seguros, empezó a trabajar hace 20 años en el sector y ha visto en el tiempo los efectos que los fenómenos de variabilidad climática han generado sobre los sectores económicos y la necesidad creciente de evaluar riesgos sobre los sucesos que impactan al país, asegurando todo tipo de actividades y bienes contra los efectos del clima.
Desastres naturales severos como el huracán Iota en Providencia que arrasó con el 95% de la isla, o el fenómeno la Niña que generó pérdidas por 11 billones de pesos en 2011 o el desastre de Mocoa en el año 2017 en el que desaparecieron 1000 viviendas que le costarán al país 71 mil millones de pesos, son fenómenos que están a la orden del clima global y han representado pérdidas económicas y humanas para un país con alto nivel de vulnerabilidad frente al clima cambiante.
“Nuestra razón de ser es apoyar a empresas y personas comprometidas con el crecimiento sostenible en la transferencia y gestión de sus riesgos, así como en el ahorro de sus recursos, en línea con los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU”. Sergio Isaza, fundador y gerente de GRS
Isaza explica como hoy en día los sectores agrícola, energético, de infraestructura y turístico gestionan el riesgo de manera eficiente. El sector turístico asegura no sólo la infraestructura, también la pérdida de clientes por efecto del clima. “Cuando un huracán u otro fenómeno afecta al sector, se hace una transferencia del riesgo y de no hacerlo los impactos financieros van a ser más importantes.”
En casos como el de San Andrés y Providencia y el de muchas islas del Caribe que están en medio del recorrido de las tormentas tropicales y huracanes, asegurar el riesgo de forma permanente debe ser una dinámica en la que tendrían que incursionar los países y sus gobiernos.
San Andrés es un buen ejemplo para explicar lo que el Gobierno hubiera podido hacer si las islas estuvieran cubiertas por un seguro que cobijara los potenciales efectos de cualquier fenómeno climático que las afectara. La clave según el experto es hacer un trabajo mancomunado entre los gobiernos y las aseguradoras para transferir ese riesgo y no tener que subsidiar la reconstrucción tras un evento como el que se presentó la pasada temporada de huracanes que le costará al país en una primera fase, 139.000 millones de pesos.
“Hay un grupo de islas en el Caribe que están cubiertas integralmente y también le dan una cobertura de riesgo a cada persona por amenazas climáticas”, afirma Sergio Isaza.
Así, quienes viven de actividades como la pesca o la agricultura, tienen un seguro que respalda su actividad económica cuando por consecuencia de los efectos del clima, no la pueden desarrollar.
Los seguros climáticos más usados en Colombia
En Colombia el sector energético y agrícola llevan la delantera en la trasferencia de riesgo sobre sus actividades. Asegurar los cultivos de café por sequías o abundantes lluvias, o las plantaciones de banano por intensos vientos o tormentas o el arroz por falta de agua en los territorios, son algunos de los seguros climáticos que se imponen como una medida para proteger a los agricultores y sus actividades.
El café fue el primer seguro climático que le dio tranquilidad a más de 500 mil familias de cultivadores. Los prestadores de servicio hacen un constante monitoreo del clima mediante imágenes satelitales; identificando sequías y excesos de lluvia para proteger a los productores integralmente, pues ya no se aseguran solamente las plantas de café, también las cosechas y sus perdidas reconociendo una cobertura para los agricultores.
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Otro de los sectores que ha venido avanzando en la transferencia de riesgos es el energético, que también asegura la producción de energía en el país y protege su actividad con seguros climáticos , pero adicional, busca crear una canasta energética que le permita responder ante eventualidades climáticas.
“Las energías renovables brindan a las aseguradoras no solo la oportunidad de contribuir a la transición energética, también reducir eventualmente su exposición a pérdidas relacionadas con eventos climáticos” afirma Sergio Isaza.
La producción energética de un parque solar se podría ver afectada por un evento climático adverso si disminuye la intensidad de la radiación y así mimo la producción y distribución de esa energía, asegurar ese riesgo previene pérdidas, permite que los productores de energía renovable estén a la vanguardia de la nueva normalidad climática.
Es evidente que Colombia es una país con una alta vulnerabilidad y los eventos climáticos de los últimos 12 años así lo han evidenciado, trasferir el riesgo a las empresas aseguradoras y a los gobiernos en tiempo de incertidumbre climática, puede resultar costoso pero seguro.
La adaptación como parte de los riesgos climáticos
El financiamiento público internacional para la adaptación está aumentando lentamente con unos 30.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, los costos anuales de adaptación solo en los países en desarrollo se estiman en 70.000 millones. Se espera que esta cifra alcance de 140.000 a 300.000 millones en 2030 y de 280.000 a 500.000 millones en 2050.
Según la ONU hay algunos avances: el Fondo Verde para el Clima ha destinado el 40% de su cartera total a la adaptación y está concentrando cada vez más la inversión del sector privado. Otro avance importante es el impulso creciente para garantizar un sistema financiero sostenible. Aún así, advierten los expertos, se necesita más dinero.
Nuevas herramientas como los criterios de inversión en sostenibilidad, los principios de divulgación relacionados con el clima y la incorporación de los riesgos climáticos en las decisiones de inversión pueden estimular el flujo de capital hacia la resiliencia climática que hoy es el escenario más importante frente al cambio climático que afecta el planeta. Seguros climáticos, cuestión de riesgo.
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