Comenzar un documental titulado “Una vida en Nuestro Planeta”, con un par de minutos destinados a la catástrofe de Chernóbil, puede ser controversial, sin embargo, el propósito de David Atemborough es llevar a su audiencia, delicada y concienzudamente hacia la evidencia de uno de los problemas, tal vez el problema más grande al que se enfrenta la humanidad actualmente.
Ni el Cambio Climático, ni la contaminación, ni la acidificación de los océanos, ni las guerras o el agujero en la capa de ozono es tan grave, tan catastrófico como la pérdida de la biodiversidad a nivel global, todas ellas causantes de la peor de las amenazas en contra de la vida en el planeta tal y como la conocemos. La pérdida de biodiversidad.
Es la única de las afectaciones ambientales que no tiene reversa, el la única que no tiene solución. Una especie que se pierde para el planeta es algo que jamás se podrá recuperar, es un vacío, una hebra que se le resta al gran tejido de la vida.
Sir David, afirma acertadamente que el planeta se verá como Chernóbil tras causar su deterioro a través de las extinciones masivas que todos los humanos, sin excepción, estamos causando.
“El mundo natural se desvanece, la evidencia está en todas partes, ha sucedido en mi tiempo, lo he visto con mis propios ojos, esta película es mi testimonio y mi visión de futuro, de cómo hemos llegado a cometer nuestro más grande error, y cómo, si actuamos ahora, aún podemos remediarlo”
Sir David Attenborough
Ciudadano del Mundo
El viejo periodista británico de 93 años, con sus viajes, sus documentales, sus exploraciones, casi que podría ser considerado un ciudadano del planeta, no sólo del Reino Unido.
En este documental, Attenborough, hace un detallado recuento de cómo ha visto el avance en el deterioro de la biodiversidad a nivel mundial y arranca su disertación en 1937 cuantificando la población global en dos mil trescientos millones de personas, con 280 partes por millón de gas carbónico en la atmósfera y cuando el 66% de las tierras del planeta, aún eran vírgenes.
Con evidente nostalgia, Sir David narra cómo eran esos lejanos días en los que exploraba los alrededores en búsqueda de fósiles que narraran lo que en aquella época se conocía como ‘La Historia Natural’.
Evidencia cómo la sabiduría de la naturaleza crea y modifica a través de millones de años, formas de vida más complejas y maravillosas que las anteriores y detalla cómo cada cien millones de años, aproximadamente, después de esos meticulosos avances de la evolución, sucede algo catastrófico, algo que elimina una gran cantidad de especies en el planeta y tras un complejo proceso, la misma naturaleza crea otras formas de vida, otras especies, toma otro rumbo.
A life in our Planet
Las extinciones masivas han ocurrido cinco veces en los cuatro mil millones de años de historia, la última vez que sucedió fue el evento que finalizó la era de los dinosaurios”, afirma el periodista y documentalista. El impacto del meteorito aniquiló el 75% de las especies de la tierra y a la vida no le quedó otro camino más que reconstruirse.
Durante 65 millones de años ha estado en esa labor, reconstruyéndose. Esta era ha sido conocida por los científicos como el Holoceno y ha sido tan estable por numerosas razones. El fitoplancton y los inmensos bosques boreales alrededor del planeta han captado durante milenios el carbono de la atmósfera, las inmensas manadas de rumiantes han mantenido los pastizales productivos y sanos a través de la fertilización del suelo, los manglares y los arrecifes de coral han servido de criadero y guardería para cientos de especies de peces que al madurar salen a poblar los océanos.
Al mismo tiempo, el hielo polar de los extremos del planeta han sido claves para reflejar mucha de la energía calórica proveniente del sol enfriando toda la tierra.
Todo lo anterior ha permitido que la biodiversidad se haya mantenido en un ritmo constante, suave y confiable marcado por las estaciones. Tan constante y confiable es el holoceno que las estaciones nos indicaron cuándo y qué sembrar y cuando recoger la cosecha, así le permitió a la especie humana ser un agricultor transformando así cientos de miles de hectáreas que en otrora fueran bosques repletos de biodiversidad.[
Hacia 1954, Sir David narra cómo los números fueron cambiando, la población mundial aumentó hasta dos mil 700 millones de personas y el carbono en la atmósfera pasó a contarse en 310 partes por millón, mientras que el único número que descendió fueron los terrenos que se mantenían vírgenes. Ahora sólo eran el 64%, pero era apenas dos puntos porcentuales menos que en 1937.
Vibra su voz con emoción cuando narra que “donde yo fuera había naturaleza virgen, brillantes mares costeros, vastos bosques, inmensas praderas… ahí estaba yo, invitado a explorar esos lugares y registrar las maravillas del mundo natural para las personas en casa”.
Dice, Attenborough que “comenzar fue muy sencillo, nunca habían visto pangolines en televisión, ni perezosos, ni el centro de nueva Guinea… fue la mejor época de mi vida, de nuestra vida”, de una vida en nuestro planeta.
Pero su voz deja de vibrar de emoción cuando recuerda que el progreso llegó con el final de la segunda guerra y que la tecnología nos iba a traer todo lo deseado, “eso fue antes de que todos supiéramos que estábamos en problemas”.
“Comenzar fue muy sencillo, nunca habían visto pangolines en televisión, ni perezosos, ni el centro de nueva Guinea… fue la mejor época de mi vida, de nuestra vida”.
Sir David Attenborough
Para 1960 la población y el carbono en la atmósfera seguía aumentando mientras que las tierras vírgenes seguían disminuyendo, esa tendencia mortal crecía de manera exponencial. Tres mil millones de personas, 700 millones en poco más de 20 años, 315 partes por millón de CO2 en el aire y 62% de territorios inexplorados.
Hace referencia a la palabra “Serengeti”, que en Masai, la lengua nativa quiere decir ‘pradera infinita’, refiriéndose a que un día, estas sabanas pueden parecer vacías y al día siguiente, albergan un millón de ñúes, 250 mil cebras y 500 mil gacelas, un par de días después, se han ido por el horizonte. Así los Masai, al igual que muchas culturas, piensan que los recursos son infinitos, tal vez por ello, lo explotamos como si no hubiera un mañana.
“El punto para mi era simple, la tierra no es ilimitada, es finita, necesita protección y unos años después, esa idea resultó obvia para todos”, sentencia firmemente Sir David.
Attenborough hace una reflexión magnífica en este documental en el que narra con emocionante delicadeza la primera vez que un hombre tomó una fotografía de la tierra desde el espacio. “Se veían una canica azul en la negrura y entendías que esa era la tierra y en esa sola toma estaba toda la humanidad con excepción de la persona que estaba en la nave tomando la foto y eso cambió por completo el pensamiento de la población humana del mundo, nuestro hogar no era infinito”.
Hacia 1978, el testigo de excepción de la destrucción de nuestro planeta, al menos de los últimos 70 años, recuerda que la población mundial ya era de 4 mil 300 millones de personas en el planeta, las partes por millón de CO2 en la atmósfera habían ascendido a 335 y cada día era menor el área virgen del planeta, ahora sólo quedaba el 55%.
Hacia la segunda mitad de la década de los 70 se la pasó viajando por el mundo, visitando 39 países, grabando 650 diferentes especies y recorrieron 2.5 millones de kilómetros, todo esto para filmar una serie documental conocida como “Life on Earth”, un “compromiso que se necesita si quieres, al menos empezar a hacer un retrato del mundo viviente, pero fue notorio que algunos de esos animales se hacían más difíciles de encontrar”.
Cuando una especie se convertía en el blanco de los humanos, ya no quedaba un rincón de la tierra en dónde se pudiera esconder.
Como si pudiéramos vivir sin las demás especies
Ya la humanidad se había desconectado de la naturaleza, como si pudiéramos vivir sin las demás especies “nuestros depredadores habían sido eliminados, la mayoría de las enfermedades controladas, habíamos descubierto comida para ordenar, no quedaba nada que nos restringiera o detuviera a menos que nosotros mismos lo hiciéramos, seguiríamos consumiendo la tierra hasta agotarla”, dice Sir David en Una Vida en Nuestro Planeta.
Menciona algunas de las problemáticas ambientales destacando particularidades y con absoluta claridad de las evidencias, expone también tanto las soluciones como las consecuencias de lo que sucedería si no corregimos nuestro rumbo como especie
Sir David se lamenta sobre la cifra que expone de tres trillones de árboles en todo el mundo, por madera y por espacio para sembrar monocultivos arrasando con extensiones de selva que en pocas hectáreas albergan a más de 700 diferentes especies vegetales. “La mitad de los bosques lluviosos del mundo han sido despejados. Lo que vemos que pasa hoy es tan solo el último capítulo de un proceso global que abarca milenios”.
Si por los bosques llueve, por los mares no escampa
Narra también cómo sólo hasta la década del 50 fue que las grandes pesqueras se aventuraron a faenas de pesca en mar abierto muy lejos de las costas. Fueron pocos años en los que las redes salían llenas con mucha facilidad, pero eso no duró mucho, según el investigador de la vida natural. “Habían sustraído el 90% de los peces grandes del planeta interrumpiendo el ciclo oceánico”.
Pero si en las profundidades del mar sufren por la interrupción de los ciclos naturales en el flujo de la materia y la energía, en las aguas someras el blanqueamiento de los corales era apenas el inicio del rompimiento total en la red trófica o cadena alimenticia.
La quema de combustibles fósiles y la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera marcaría un drástico cambio a la vida en el planeta. Sir David asegura que “un marcado cambio en el Dióxido de Carbono atmosférico siempre ha sido incompatible con una tierra estable, fue una característica de las cinco extinciones masivas. En eventos previos, la actividad volcánica necesitaba un millón de años para extraer suficiente gas carbónico de la tierra y detonar una catástrofe… nosotros hemos podido hacerlo en menos de 200 años”.
Para cuando “Frozen Planet” salió al aire en el año 2011, las razones del deshielo polar estaban bien establecidas. Como consecuencia de lo que hemos hecho “la temperatura global promedio es un grado Celsius más de cuando yo nací”, se lamenta el viejo periodista británico y añade que “el 70% de las aves de nuestro planeta son domésticas, principalmente pollos, la especie humana conforma más de un tercio del peso de los mamíferos de la tierra, el 60% de los animales en la tierra son los que criamos para comer. El resto, desde ratones hasta ballenas, son apenas el 4%.
““Este es ahora nuestro planeta, dirigido por la clase humana para la clase humana, queda poco espacio para el resto del mundo viviente”
“Esa es mi declaración como testigo, la historia del declive global en una sola vida”, dice visiblemente afectado el más prestigioso y reconocido periodista y documentalista ambiental del mundo.
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Este documental, esta recopilación de evidencias en las que se muestra como una de tantas el testimonio de este testigo en lo que para muchos es el algo así como el juicio final, permite a cada ser humano en el planeta, sensibilizado o no, con el tema ambiental, comprender la magnitud de la catástrofe que hemos causado y cuán imperativa es la inmediata acción de cada uno de nosotros.
“¿Entonces qué hacemos?, es algo muy simple, lo hemos tenido en frente nuestro todo el tiempo, para restituir la estabilidad de nuestro planeta debemos reestablecer nuestra biodiversidad, eso mismo que le hemos quitado, es la única forma de salir de esta crisis que hemos creado, ¡debemos regenerar el mundo!”
Sir David Attenborough.
Si usted llegó hasta este punto del artículo, esta vez no le pedimos que simplemente lo comparta, le rogamos que vea el documental “Una vida en Nuestro Planeta” y que tome a dos o tres personas más y los invite a verlo, es imperativo que el conocimiento real de la situación de nuestro planeta sea de dominio público. Lo más interesante del documental es que hacia el final del mismo, nos dice qué es lo que deberíamos hacer y en realidad, tiene todo el sentido. Tenemos esperanza, depende de usted, lector, de mi, de todos. Depende de que difundamos en conocimiento.
Periodista ambiental y de conservación colombiano, actualmente residente en Canadá.